Como todos los personajes mitológicos, Merlín posee una forma extraordinaria: es el hijo del diablo y de una joven pura. Ni hombre, ni dios; profeta y poseedor del saber, Merlín aparece en la literatura a partir del siglo XII en el Prophetia Merlini de Geoffroy de Monmouth. Sus características van evolucionando en el tiempo y en la literatura: unas veces druida, otras encantador, adivino, sabio dominando el valor simbólico y curativo de las plantas, o incluso rey de la metamorfosis, es también conocido como el íntimo consejero del rey Arturo…
A lo largo de la historia el hombre ha estado siempre fascinado por Merlín. Los intelectuales locales del siglo XIX habrían encontrado aquí en Brocelianda su tumba… Vamos a verlo en detalle…
¿Está Merlín muerto tal y como lo entendemos hoy? Según la leyenda, habría sido el amor el que habría perdido a Merlín para siempre… El hada Viviana, deseosa de que se quedase con ella por toda la eternidad, habría encerrado a su maestro y amado en una jaula de aire de la que a veces salían espirales plateadas… Un fenómeno tal vez demasiado abstracto para el homo sapiens cartesiano, por lo que parece más sencillo imaginar al famoso hechicero prisionero en una tumba.
Antes de que la tumba de Merlín fuera parcialmente destruida en el siglo XIX, el monumento era una sepultura megalítica: una galería de 12 metros de longitud cubierta de esquisto rojo, que data del Neolítico. Hoy sólo quedan dos piedras. Dos rocas, una contra la otra… ¿O quizá la presencia imaginaria de los dos amantes unidos para siempre por un encantamiento? Quién sabe…