Seguramente te sorprenderá su inusual circunferencia y sus gigantescas ramas que le dan un aspecto orgulloso… Anteriormente llamado Roble de las calles de Eón en memoria a Eón de la Estrella, este notable árbol situado en Concoret, tendría entre 800 y 1000 años. Debe su nombre al abad Guillotin, un sacerdote refractario que se refugió en el hueco de su tronco durante la Revolución. Esta versión parece tener su origen en otro hecho que sucedió en la misma época: un tal Joachim Masson, también sacerdote refractario, se escondió en el roble para escapar de los revolucionarios. Sólo deberá su salvación a una telaraña tejida en pocas horas delante del hueco del árbol… Algunos ven en ello una demostración de la existencia de fuerzas superiores… ¿Y tú?
El estado de salud de este roble pedunculado, cuyo tronco hueco roza los diez metros de circunferencia, requirió control sanitario y medidas de gestión de conservación (obstrucción de la entrada en el tronco y pasarela de madera alrededor del árbol) para así compatibilizar su supervivencia con la afluencia de turistas que lo visitan. Asimismo, la Oficina Nacional de Bosques emprendió operaciones de rescate para tratar de mitigar las graves lesiones ocasionadas por las inclemencias del tiempo.
En el siglo XII, el paso del cometa Halley provocó desastres climáticos y hambrunas en todo Occidente. ¡Nuestro querido ermitaño tomaría su nombre estelar de este fenómeno! Este extraño personaje, a veces profeta, a veces hechicero, tuvo numerosos discípulos. Tomado más por loco que por herético por la Iglesia, se dice que Eón de la Estrella y sus seguidores deambulaban por la región, saqueando las casas ricas de Dios y los señores para redistribuir el botín entre los hambrientos y los miserables… Vaya, ¿no te recuerda eso a alguien? Cuenta la leyenda que Eón escondió dos barricas llenas de oro dentro del roble de Guillotin, que al parecer siguen desaparecidas…
Abierto todo el año
Ubicación: Localidad de Concoret, cerca de la aldea de Crozon.
Descargar el mapa de lugares y senderos legendarios