Ven a descubrir un lugar donde reinaban el poder y la fe. En el siglo VII, San Judicael y San Méen iniciaron la construcción de un convento dedicado a Nuestra Señora del que hoy ya no queda nada. En el siglo XIII comenzó la construcción de los edificios que aún se pueden admirar caminando junto al estanque. Los canónigos se instalan allí y la abadía resplandece en el bosque de Brocelianda: justicia, economía y feria, ¡la abadía domina Paimpont! Sin embargo, el paso de los siglos cambió las cosas…
Las etapas de construcción y expansión de la abadía ofrecen un viaje al pasado. El rosetón, el pórtico de la iglesia y las bóvedas de madera te mostrarán el armonioso estilo gótico, típico del siglo XIII. ¡Y qué decir de la carpintería, los cruceros y el coro, construidos en el más puro estilo clásico! ¡Prepárate para quedar fascinado!
¡La riqueza del bosque de Brocelianda reside sin duda en sus árboles! Y la abadía es la prueba de ello… Entre la carpintería, las tallas, los púlpitos y los retablos, la madera es omnipresente. Su presencia atestigua el pasado de la abadía: del siglo XII al XVIII, el abad de Paimpont tenía derecho a recoger en el bosque toda la madera necesaria para la construcción o la decoración de la abadía… No te sorprendas al entrar: desde las estructuras de castaño hasta la carpintería de roble tallado, es la madera la que hace de la abadía un lugar único….
Aprovecha la ocasión para admirar un magnífico tesoro, el de la abadía… Con un lugar privilegiado en el corazón de los habitantes de Paimpont, se compone de numerosos objetos que datan de los siglos XV al XX. El objeto más admirado sin lugar a dudas es el relicario de san Judicael. Se dice que hasta se ha conservado su radio…
Construida en el siglo XIII en estilo gótico, la nave impresiona por sus altos muros de piedra, la bóveda invertida en carena de barco y el púlpito de madera tallada. Anteriormente se dividía en dos partes: una reservada a los monjes y otra a las funciones parroquiales. Bajo una de sus arcadas se encuentra la talla de Nuestra Señora de Paimpont. Realizada en madera policromada pintada en el siglo XV, fue objeto de peregrinaciones, sobre todo durante la época de Pentecostés. A su paso por la iglesia, se contemplan el coro y su magnífico altar mayor, rematado por un dosel y una majestuosa corona. Una serie de vidrieras que cuentan la historia de San Judicael decoran las paredes del coro.
En el brazo derecho del crucero se encuentra el retablo del Rosario. La pintura central representa a la Virgen María entregando el rosario a Santo Domingo y a Santa Catalina de Siena. En el lado derecho del crucero se encuentra el retablo de San Juan Bautista. La talla y la pintura centrales del siglo XIX representan a San Juan Bautista.
Santa Mónica es la madre de San Agustín. Viuda, se consagra a su hijo y hace todo lo que puede para desviarlo del mal camino que él parece apreciar tanto. Sus esfuerzos son recompensados. Su vida nos es conocida principalmente gracias a las Confesiones de San Agustín. La presencia de estas dos tallas nos recuerda que la iglesia estuvo ocupada por los canónigos regulares de San Agustín durante seis siglos.
Las dos últimas tallas representan a San Méen y a San Judicael. Méen fue un monje bretón de Gales. Fue al reino de Domnonia en el siglo VI, que entonces estaba gobernado por san Judicael. San Judicael construyó en Paimpont la abadía de Paimpont mientras que San Méen está en el origen de la fundación de la abadía de Saint-Méen.
Una pequeña puerta en el brazo izquierdo del crucero conduce a la capilla del Santo Sacramento. Construida en el siglo XVII se trata de un lugar dedicado al recogimiento y la oración. Una vez en la sacristía, se pueden admirar las principales piezas del tesoro de la abadía: un Cristo de marfil del siglo XVII, una estatua del siglo XV y un relicario del siglo XV en el que se dice que se encuentra un radio del propio San Judicael…
